Fue autodidacta aprendió de Velásquez, El Greco, El Bosco y Dalí.
El mar fue reto e inspiración.
Bajo el seudónimo de Armando Acosta sobrevivió pintando escenas de Michoacán para los turistas.
Su mejor retrato el cuadro de mi Madre que aún nos sigue con su mirada.
En momentos de dificultad económica de su pincel salió el pan para la mesa.
Perfeccionista y observador para él era muy difícil terminar un cuadro ya que siempre encontraba como mejorarlo.
No puedo olvidar esos veranos en los que pintamos juntos compartiendo la obra, donde llegado el momento él agregaba su magia.
Sus obras nos marcaron…
No fue un artista de galerías no le interesaba, quizá por qué la casa era su galería, por qué le gustaba estudiar sus cuadros y analizarlos para seguir refinando su estilo.
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